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Manzanares: Aquel inconfundible café, imposible no recordar un comercio que marcó grandes épocas

Cómo se creó, cuales fueron sus principios???

Manuel Manzanares fue un empresario gallego que llegó al Uruguay entre los años 1880 y 1885, al llegar se hizo cargo de una fonda y restaurante de una tía, en la Ciudad Vieja. Para el año 1900 llega su hermano Máximo a trabajar junto a él.

Durante la Primera Guerra Mundial se estableció la venta de productos de almacén. Pero, en el año 1918 se prohíben las importaciones de productos y deciden dedicarse a la venta de aceites.

En el año 1927 se amplía el negocio con cuatro sucursales. En el año 1935 se constituyen como sociedad limitada. Unos años más tarde, en 1940, tienen su propia fabricación de aceites y vinos, y continúan creciendo, cuentan entonces con 32 sucursales. Luego pasa a ser una sociedad anónima.

Al iniciarse la Segunda Guerra Mundial en el año 1939, se ven imposibilitados de importar materia prima, por lo que continúan con la elaboración propia de otros insumos necesarios para la casa, como harina, fideos, café y yerba mate.

En los años 70, Manzanares S.A. es dueña de una fábrica de aceites, de jabón y otra de velas, un molino yerbatero, una fidelería en Montevideo, además de un molino de harinas en el departamento de Florida. Llega a contar con 89 sucursales distribuidas en la capital y el interior del país. En ese entonces, es la cadena de almacenes de mayor relevancia en el país y emplea a gallegos y otros, con lo que contribuye al progreso económico del país.

Tienen sus empresas muy bien organizadas, como expresan testimonios orales de algunos de los ex empleados de la ciudad de Las Piedras como Óscar Arias, Eduardo Campo, Juan C. Cabrera, Eduardo Doldán y Rafael Rama quienes cuentan: “ En aquellos años había un mostrador de madera muy largo y vendían como almacén de ramos generales. Ellos tenían muy bien calculado todo; tenían un genio en cada sección. No más de tres o cuatro empleados por sucursal para atender tanto el mostrador como el depósito o caja. En tiempos de altas ventas como, por ejemplo, cerca de fin de año, todos trabajaban a la par.

En esos años, por la década del 70 y 80 atendíamos muchísima gente; abrían a las 08:30 hrs. y había gente esperando para entrar. Los pedidos se hacían mediante las remesas: se hacía un listado de lo que necesitábamos, lo colocábamos en un sobre y la remesa lo llevaba a casa central. Fueron años donde se trabajaba con ganas y no se dejaba a un compañero sin ayuda ni competíamos entre nosotros, sino que nos apoyábamos y nos ayudábamos para que el trabajo saliera en condiciones. En algunos casos, lográbamos hacer amistades, dado todo el tiempo que pasábamos allí. Y a veces, nos reuníamos en casa de uno y de otro, para compartir algún fin de semana”.

La ciudad de Las Piedras llega a tener dos sucursales: una, por Av. Dr. Enrique Pouey, al lado del estacionamiento de TATA y, la segunda, por Av. Gral. J. Artigas y Garibaldi (hoy denominada Alcides Cervieri), que se muda, posteriormente, a mitad de la cuadra por la misma avenida. A los años, solo esta última continúa por un prolongado tiempo más.

Trabajan con mostrador al fondo, venden las especias por kilo y, cuando se acerca la vendimia el azúcar, llegan a vender en sacos a granel y después fundas de 25 kilos cuestión que, en la actualidad, el ingrediente azúcar no está permitido para la elaboración del vino.

Con el tiempo, Manzanares debe enfrentar el ingreso de empresas multinacionales, el fenómeno del «supermercadismo» y se ve obligado a una reconversión.

El cambio del mostrador se impone porque lo amerita la situación, los tiempos modernos que van corriendo; pierden, de esa forma, la relación más cercana de cliente-empleado, que los caracteriza.

En los años 1998 y 1999 cambian los inmensos mostradores por góndolas de autoservicio, incluso deben computarizar todo el sistema. Para el año 2003, Manzanares S.A. cierra, definitivamente, sus puertas.

En la columna de cada semana Identidad Pedrense, tenemos presentes aquellos comercios que son inolvidables para quienes cada día pasaban frente a este comercio, y el aroma a café los abrazaba obligándolos a entrar por él.


Alejandra Freire
Investigadora y fotógrafa

One thought on “Manzanares: Aquel inconfundible café, imposible no recordar un comercio que marcó grandes épocas”

  1. Muy buena la propuesta. Quiero agradecer a la autora del artículo Alejandra Freire, por acercanos a Manuel Manzanares una persona que mostró la consagración al trabajo y su forma de ver la vida dedicándose a lo que más le gustaba: el arte de servir a los demás.

    Muchas gracias y ojalá sigan las historias o el periodismo que debe ser contado como ejemplo vivo del ciudadano pedrense.

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