Breaking News

El FPB de la UTU y un nuevo jaque al legado de la educación integral de Figari

Columna de la Senadora Silvia Nane

https://youtu.be/jmbrD6BtB9o

En 2020, a partir de la propuesta que hizo la Dirección General de Educación Técnico Profesional en el Presupuesto 2020 se eliminaron 85 grupos del Trayecto 1 del FPB, y esto afectó a unos 2.500 estudiantes. Esta decisión de las autoridades ha generado una menor capacidad de respuesta a la demanda de las y los estudiantes. Trajimos al Senado de la República este tema hoy para poner en contexto nuestra preocupación por varias decisiones de la actual Dirección General de UTU que entendemos vuelven a poner en jaque esta concepción de educación integral, igual que hace 100 años.


En el 2015 se cumplieron 100 años de la designación de Pedro Figari como director de la Escuela Nacional de Artes y Oficios (ENDAYO), cargo al que renunció pocos años después porque no pudo implementar su proyecto educativo porque fue derrotado porque que los empresarios e industriales integrantes del Consejo lo rechazaron, y no recibió ningún apoyo del sistema político. Figari publicó en 1917, luego de renunciar, el ensayo “Educación integral”, que ha sido calificado como una de las piezas más importantes de la literatura pedagógica uruguaya del siglo XX.
En 2017 “La Diaria” publicó un artículo muy esclarecedor sobre el legado pedagógico de Figari, y su enfrentamiento con el poder político de la época.

Obra: Título: Figari en París — Autor: Lic. Sabina Fernández, 24 de julio 2021.

En nuestro país existe una tradición pedagógica que cuenta con valiosas experiencias de implementación de proyectos de educación integral en los que se vinculaba el estudio con el trabajo productivo. Años después del proyecto de Figari, el maestro Miguel Soler decía: “Una cosa es la simple coexistencia del estudio — en el sentido académico del término — con actividades o trabajos y otra muy diferente es considerar que un proyecto que persigue fines productivos se constituye, a través del trabajo, en un factor formativo vertebrador no sólo de los conocimientos sino del desarrollo de la personalidad misma del educando. Un tercer nivel de articulación se da cuando el proyecto productivo ha sido concebido de manera de extraer de él todas las eventuales interacciones con el currículo, en un proceso en que proyecto productivo y estudio se acompañan, complementan y enriquecen mu­tuamente, acortando la tradicional distancia entre teoría y práctica”.

Este racconto previo es para situar en contexto de dónde viene el plan de Formación Profesional Básica de UTU: viene de la comunidad que actúa para cambiar la realidad de sus gurises; y viene de los principios pedagógicos de Figari y de Soler adaptados a este tiempo.

En el 2005, en el Barrio Lavalleja y en el llamado “40 Semanas” un grupo de vecinos estaban preocupados porque los adolescentes terminaban la escuela, comenzaban en el liceo y al poco tiempo muchos de ellos estaban afuera, o comenzaban a repetir sistemáticamente hasta desvincularse del sistema formal de educación. Los motivos de la desvinculación eran varios, pero la mayoría de ellos manifestaban que la educación no era para ellos porque el liceo “no les gustaba”. En UTU la cosa no era igual pero era parecida, porque la única propuesta que tenía continuidad educativa era el Ciclo Básico Tecnológico, que era muy similar a la propuesta de secundaria. En esa época UTU tenía también los Cursos Básicos, pero era una propuesta corta en su alcance, porque era de un año –con posibilidad de una especialización de un año más- y sobre todo porque no tenía continuidad educativa.

Ante esta demanda surgida de la comunidad, un grupo de docentes de UTU que sabían que esa realidad no era solo de esas zonas, sino que era una realidad recurrente en todo el país, porque en los hechos había que alcanzar con una solución 30.000 jóvenes aproximadamente que terminaban primaria, y que no se inscribían en la educación media, o iban uno o dos años y dejaban de estudiar.

Así comenzó una experiencia piloto apoyada por la Red del Barrio Lavalleja junto al CETP-UTU, y se diseñó un nuevo plan que aprovechara lo mejor de la tradición de UTU, pero que tuviera la formación tecnológico-profesional y el trabajo como principio educativo. Trabajo, no formación laboral.

Los antecedentes más claros en esta cuestión de integrar la formación tecnológica con lo profesional y con el trabajo estaban ni más ni menos que en la idea de la educación integral de Pedro Figari.

La historia formal del plan FPB comenzó en 2007, cuando se aprobó el Plan de Estudios denominado “Formación Profesional Básica. Plan 2007”, y comenzó a implementarse en 2008. En aquel inicio se quería hacer una experiencia piloto en 11 centros para unos 300 estudiantes. La sorpresa fue grande cuando se inscribieron más de 1.000 estudiantes, y no hubo dudas que se había tocado una situación sensible, y que se estaba tocando un problema real de las familias uruguayas. De todas las familias, no solo de las clases más desfavorecidas.

Los años siguientes del FPB no fueron muy distintos, y en el segundo año se triplicó en número de inscriptos y así siguió el crecimiento en los años siguientes.

Foto de la página oficial de UTU — https://www.utu.edu.uy/formacion-profesional-basica-plan-2007

En 2017 el FPB integró a gurises que egresaban de primaria, y pasó de ser una propuesta centrada en estudiantes con 15 años con experiencias de abandono previa, a ser una política universal, generando condiciones de protección a las trayectorias educativas, dado que quienes quieren ingresar a la propuesta no deben pasar por procesos de desvinculación.

El FPB rompe la lógica de esperar que los jóvenes vengan al sistema, y planteó la idea al revés: “que salga el sistema al encuentro de los jóvenes” para garantizar su derecho a la educación.

La currícula es integrada y busca darle sentido al saber, porque que ni el más abstracto de los conocimientos fue concebido a espaldas de la realidad, de los intereses y de problemas de los seres humanos.

El centro del FPB es el estudiante. En este sentido, en sus acciones y en su concepción protege las trayectorias educativas de cada uno/a, desde una mirada integral de la formación, fortalece la mirada crítica, la circulación social y el acceso a la cultura, y el contacto con las áreas productivas en modo de prácticas. Habilita al estudiante a cursar y acreditar la Educación Media Básica a la vez que le permite acceder a una formación profesional, técnica y tecnológica específica por medio de talleres de formación, y vincula de esta manera educación y trabajo, a la vez que integra las asignaturas de formación general propias de la Educación Media Básica, con una importante carga horaria de taller que a la vez integran tiempos, espacios y saberes con asignaturas generales como lengua, matemática, ciencias, informática, entre otras.

La centralidad en los estudiantes y sus particulares también se visualiza en roles que sólo tiene el FPB como los educadores y los alfabetizadores laborales. Los primeros son perfiles profesionales que apuntan a fortalecer el vínculo educativo de los estudiantes con el centro, la familia y la comunidad; los segundos además de introducir a los estudiantes en aspectos centrales del mundo del trabajo en general y del laboral en particular tenían en su perfil generar vínculos para que las propuestas educativas de UTU se relacionen en forma sustentable con el territorio, y el sistema productivo en particular.

Este plan educativo llamado FPB, vino a rescatar y a probar en la realidad aquel concepto de la educación integral, casi un siglo después.

Llevamos al Senado de la República este tema para poner en contexto nuestra preocupación por varias decisiones de la actual Dirección General de UTU que entendemos vuelven a poner en jaque esta concepción de educación integral, igual que hace 100 años.

En 2020 se eliminaron 85 grupos del llamado Trayecto 1 del FPB, y esto afectó a unos 2.500 estudiantes. Esta decisión ha generado una menor capacidad de respuesta a la demanda. Al momento no se tiene conocimiento de cuál fue el destino de los y las interesadas de ingresar en las propuestas de FPB Trayecto 1, pero visualizamos que pueden haber sido inscriptos en propuestas que se alejan de sus intereses (Ciclo Básico de Secundaria, Ciclo básico Tecnológico de UTU), o directamente están fuera del sistema educativo. Nuestra preocupación pasa también porque esta decisión se tomó sin esperar la evaluación que la DGETP solicitara al INEED sobre el plan, la cual está pendiente.

Si sumamos a estos gurises y gurisas los que forman parte del 50% que no logró mantener el vínculo activo con la actividad educativa en UTU según la encuesta a docentes que nos informa ANEP en la RRCC, tenemos un panorama complejo por delante.

Con este panorama, deberíamos ser mucho más abarcativos en las opciones educativas, promover aquellas que tratan de sostener a los gurises adentro del sistema, y tienen para ellos todas las herramientas y recursos humanos.

Por todo esto, era esperable que una de las políticas más innovadoras de la historia de la educación pública uruguaya y que fue llevada a la práctica en forma exitosa, hubiera sido mantenida y mejorada por el actual gobierno. Al final estamos hablando de la educación y creo que todos los que estamos presentes en esta sesión estamos de acuerdo en que los temas de educación deben trascender las divisas partidarias que administran el gobierno del Estado.

Era esperable también que se mejoraran algunos temas pendientes del FPB: formación permanente de los docentes, y la creación de políticas que permitieran la continuidad educativa de los egresados del FPB en la Educación Media Superior.

El FPB Plan 2007 solucionó varios de los problemas históricos del Ciclo Básico y dignificó la formación de la UTU, habilitó la continuidad educativa de formaciones que no son el Ciclo Básico, trascendió la fragmentación del saber que estaba presente en una currícula asignaturista, integró el trabajo y el hacer a las asignaturas teóricasreintegró a estudiantes a la educación formal, fortaleció el acompañamiento de los estudiantes con educadores y docentes con mayor carga horaria que se dedican al seguimiento de los estudiantes, y dan contención de situaciones e historias complejas.

Los y las jóvenes son el futuro, estamos de acuerdo en forma unánime, pero no debemos perder de vista que para que sean futuro primero debemos asegurarles el presente. Este presente que hoy los excluye, los suicida, los culpabiliza, los invisibiliza. Ese presente, hoy es responsabilidad de nosotros los adultos.