Fue promulgado por la ONU el 21 de setiembre de 1981 como forma de conmemorar los ideales de paz de las naciones y de los pueblos, el cual se sustenta en que: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona” (Declaración universal de DDHH, art.3)
Al tener en cuenta el desarrollo económico y social hay que considerar la situación de los pueblos en cuanto a su pobreza, salud, educación, sanidad, hambre, justicia social, igualdad de género, agua, electricidad y medio ambiente.
Por casi 2 años el enemigo común ha sido el COVID-19, el desafío en estos últimos tiempos se dio a través de la generación de situaciones de paz para poder llegar con las medidas sanitarias a personas en lugares de conflicto.
Otras causas de tensiones entre pueblos se generan a partir de la escasez de recursos (agua y cultivos) que ponen en riesgo la suficiente alimentación, así como los desastres naturales que generan desplazamientos en busca de refugios.
Fomentar la resilencia, es un pequeño granito de arena en la búsqueda de un mundo más equitativo, justo, saludable y sostenible.
