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Los ojos vendados de la injusticia

Injusticia de no haberlo podido disfrutar, quienes llegamos después… Capilla María Auxiliadora 1897-1968.

El Arquitecto en aquel entonces, Carlos Alfredo Trobo relataba, “Las Piedras” perdió, en su paisaje urbano, una verdadera “Joyita” arquitectónica, al ser demolida esta capilla, que estaba ubicada en Av. Artigas y calle Garibaldi. De acertadas proporciones, esmeradísimo arte
constructivo con una poética personalidad formal, traía a la ciudad, poblada por hijos de inmigrantes, una reminiscencia de cultura europea que daba poesía al ambiente. Era el edificio de mayor belleza construido en la primera década del siglo XX.

Tenía sus pequeños tesoros, como catorce grandes vitrales de gran calidad de 1 metro de ancho por 7 metros de altura, que provenían de Alemania. Aparte de ellos, no tenía otros lujos en materiales, pero sí una mano de obra muy cuidada que respetaba punto por punto el estilo ojival.

Una respetable imaginería y una soberbia sillería en maderas nobles, y un soberbio órgano alemán, que hoy está casi arrumbado en la iglesia San Isidro. Durante años hubo una desigual puja entre los que amaban ese edificio y los que buscaban su demolición invocando razones que con los años se desmintieron solas.

La capilla fue demolida para sustituirla por una serie de pequeños locales comerciales sin gracia que no sustituyen lo perdido de ninguna forma, ni siquiera en lo económico. Los vitraux fueron destruidos y sus vidrios los vi por el suelo de la escalera de la torre de San Isidro. La puerta de entrada, se puede encontrar en la capilla de Lourdes en Villa Laures.

Y cuatro trozos de vitraux, pude salvarlos poniéndolos en la capilla del Santísimo, en la iglesia parroquial San Isidro. El Viacrucis de esta capilla fue repintado por mi hermano Julio Cesar Trobo, y están colgados hoy en la iglesia parroquial San Isidro.

Carlos A. Trobo, arquitecto (parte de lo escrito en su propia página Web).

En esos años a fines de 1960, el Obispo de Canelones Orestes Nutti le pedía al Arq. Trobo un peritaje para saber el verdadero estado de dicha capilla, donde consta que su estado no era malo y no implicaba riesgo alguno, más que alguna pared despintada o algún pedazo chico de revoque que se desprendiera. Sin duda otros intereses pudieron más que la justicia de continuar embelleciendo nuestra ciudad, aportando un nivel arquitectónico y patrimonial sin precedentes.

En 1968 y frente a los vecinos de la zona y protesta de pintadas en sus paredes, la torre más alta se encaprichaba a no querer caer, en varias ocasiones los grandes cables de acero se soltaban o rompían.

Entre los escombros algunos trataban de rescatar partes de lo que un día fue. Buscar culpables hoy, para que… buscar conciencia social sí, que entre todos cuidemos y valoremos nuestro lugar nuestro hogar sí, mirando hacia adelante sin olvidar nuestra Identidad pedrense.

Alejandra Freire Manggini
Fotógrafa e investigadora independiente